Si una madre grita «¡No!» al hijo que juega con un vaso de vidrio, y le da una nalgada cuando pese a la advertencia el niño lo deja caer, ese mismo «¡No!», repetido en otra ocasión y con el mismo tono de voz, probablemente provocará la misma reacción de miedo o de llanto que provocó el castigo real.
A la inversa, si el niño hace espontáneamente un bonito dibujo que los padres alaban, aprecian y premian, en seguida tratará de hacer otros dibujos con la esperanza de recibir una nueva recompensa.
Lo mismo sucede en el ámbito escolar: el alumno que después de haber estudiado premiado con un juicio favorable, se sentirá impulsado a estudiar de nuevo y con más ahínco para obtener otro juicio semejante. De esa manera el aprendizaje se agilizará notablemente.
En el caso de los adultos ocurre lo mismo: el encuentro con la persona amada (estímulo condicionado EC) puede producir una aceleración del pulso cardiaco (respuesta condicionada RC), así como la vista de algunas rebanadas de limón (EC) provoca fácilmente un aumento de la salivación (RC). De igual modo aprendemos a frenar cuando el semáforo está en rojo, evitamos tocar una toma de corriente si alguna vez hemos recibido una descarga eléctrica, y esperamos recibir una muestra de aprobación cuando hemos realizado un buen trabajo.
Todos los días aprendemos algo, y cada nuevo aprendizaje está siempre acompañado de un estímulo reforzante, bien sea positivo o negativo. Los refuerzos así obtenidos nos llevan a modificar nuestro comportamiento, sobre todo cuando concuerdan con nuestros deseos, expectativas y necesidades. Es claro que cuando un individuo está satisfecho no tiene por qué modificar su comportamiento o aprender otro nuevo; esta exigencia nace cuando no hay equilibrio entre la necesidad y el comportamiento, el proceso generalmente ocurre en forma totalmente inconsciente. El reforzamiento, de cualquier naturaleza que éste sea, es importante sólo porque indica que lo que se ha hecho vale la pena de repetirse o necesita una modificación. No Importa si se trata de una necesidad fisiológica o psicológica (por ejemplo, el alimento o de la aprobación), el reforzamiento siempre favorece el aprendizaje de un determinado comportamiento que resulta más deseable o satisfactorio para el Individuo.
En conclusión, puede decirse que el hombre siempre ha puesto en práctica lo que sólo recientemente ha podido estudiarse en forma experimental.
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