Estos aspectos individuales y de identidad de cada mujer tienen relación con sus prioridades, proceso de empoderamiento, de desarrollo personal, de autonomía, el cual se aleja de posturas tradicionales que reducían a la mujer a un lugar secundario o poco visible, conquistas que han ido celebrando paulatinamente los grupos feministas; aunque la mujer no se circunscriba a estas corrientes políticas (feminismo), es más notoria su participación en áreas laborales, sociales, políticas, del arte, deportes y científicas; diversificando roles e incrementando responsabilidades.
La situación actual:
Los conceptos e ideas que se tenían sobre la mujer y la maternidad allá en la década de los cincuenta, los noventas e inicios de este nuevo milenio difieren de las concepciones actuales.
Según estudios psicológicos y sociológicos esto se observa más en mujeres académicas o profesionales, quienes habrían construido nuevos proyectos alrededor de la maternidad, postergando este rol alrededor los 35 a 40 años el cual antes lo experimentaban entre los 20 a 25 años de edad, esta decisión suele estar relacionada a aspectos individuales y de identidad de cada mujer. Las “construcciones personales” que resultan en la maternidad postergada, son cada vez más frecuente en nuestra sociedad, integrándose paulatinamente como parte de la cultura.
Las prioridades.
Por ejemplo, una mujer al introducirse al mercado laboral donde experimenta una escalada de logros, demandará más esfuerzos y tiempos para mantenerse en esa posición, además de la interacción social, familiar y académica que conlleva este estilo de vida; decidiéndose con claridad a la maternidad postergada; puesto que desde otra perspectiva el ser madre generaría asumir el rol, casi exclusivo, de cuidado y protección a este nuevo integrante de la familia, pese a que podría contar con una pareja, no todas las dinámicas familiares se caracterizan por la corresponsabilidad en las tareas del hogar, evidenciándose un problema de desigualdad de género. Por ello, muchas mujeres priorizan la estabilidad laboral, económica y emocional previo a ser madres, teniendo presente que este rol demandará de tiempos y recursos para el cuidado y crianza saludable.
¿El reloj Bilógico?
Muchas mujeres que se encuentran en el proceso de prorrogar su maternidad se enfrentan a una serie de dificultades como el comúnmente llamado “reloj biológico” que a varias pone en “jaque”, ya que existe un elevado costo en esta postergación; el cual no es solo económico, la ciencia hoy en día hace posible que esta decisión se realice, pero no todas las mujeres que desean y deciden ser madres después de algunos años podrían acceder a esta opción de “vitrificar” sus óvulos por el limitado factor económico; ampliándose las barreras que como se mencionó, no solo son económicas, sino también emocionales, al enfrentarse a una suerte de maratón de consultas médicas, temores sobre los riesgos médicos por su etiqueta de “mujer añosa”, miedos ante la imposibilidad de concebir, entre otros.
El concepto tradicional de la “realización” de la mujer a partir de la maternidad, es experimentado por muchas mujeres de manera gratificante; sin embargo, hay quienes respetan esta postura, pero su decisión se aleja completamente de esta premisa, las mujeres de este último grupo se denominan no-mom o childfree, quienes por decisión han optado por no concebir, transgrediendo a lo que se ha transmitido por muchas generaciones y que determina a la mujer como reproductora de vidas y su realización a partir de esta práctica; esta decisión de no tener hijos, responde a uno o múltiples factores, lo que sí podría precisar es que esta decisión contraria expresa una construcción personal individual consciente, dando paso a una organización familiar diferente, que ha generado, también, cambios en el concepto tradicional de familia.
Por otro lado, desde hace varios años se ve en aumento que tanto mujeres como hombres deciden no ser madres, ni padres. Varios autores segmentan a estas personas en la generación millennials, lo que estaría en correspondencia a un sentido de compromiso con el planeta, estilos de vida marcados por la economía y acceso de trabajos estables, que por “características” de este grupo etario no son parte de su expectativa o prioridad, moviéndose constantemente en la búsqueda de nuevas experiencias y un sentido personal e individual en sus decisiones.
En contraste con la mujer, el hombre es menos visible en este tema, no es un visto como un fenómeno social, puesto que la paternidad es ejercida de diversas maneras, unos más comprometidos en las responsabilidades que conlleva la copartenidad, otros desde un rol tradicional, con menos exigencias y más flexibilidad que la maternidad.